domingo, 27 de febrero de 2011

Una artistada

Javier Fresneda es artista. Nació en 1982, en Segovia. Se puede visitar su web aquí. Se puede esperar una buena conversación sobre arte con él, pero de repente me llama la atención una pregunta de un periodista y su respuesta:


–¿Existe una cultura de la crisis?
–Cambia hábitos. Ha crecido el interés por las cooperativas, generar las redes de confianza en las que puedas trabajar, los bancos de tiempo, se intercambian habilidades... Volvemos a la época del trueque. No son buenos tiempos para ser ultraindividualista.

Trabajo con, entre y para jóvenes. Enseño, entre otras cosas economía, y participo en un grupo para animar al emprendizaje de éstos por lo que es habitual hablar de esas cosas con ellos. Y una respuesta tan clara, tan redonda es difícil de escuchar, por lo que me he fijado en ella y me ha alegrado el domingo.

Esta misma semana, en un grupo de creatividad con jóvenes de entre 22 y 27 años, tratábamos de generar un tipo de producto determinado (no viene al caso la concreción) y en uno de los comentarios que los participantes comparten "off the record" conmigo, un participante me comentaba una idea (realmente buena, en mi opinión) respecto al tema que estábamos analizando. No la compartió en el grupo y al preguntarle por qué no lo hizo, me contestó que algún día él la realizaría.

Me entristeció. Esa situación es un problema cultural. De respeto. Esa idea se le ocurrió porque estaba en el grupo, porque el grupo le dió la oportunidad de reflexionar sobre el tema. Ese participante (cualquiera de ellos) tiene una deuda no sólo moral para con el grupo. Pero si la idea que le surge es mediana, la comparte, si la considera "genial", se la guarda para él.

No hace más de cuatro semanas, en otra situación parecida otro joven con ideas y emprendedor me pidió ayuda para desarrollar la idea, se la di y cuando se planteó que la participación de otros le facilitaría el objetivvo pero que para ello convenía compartir con esos otros el desarrollo y los beneficios, mintió y desapareció.

Luego he sabido que esa idea la desestimó y optó por una salida de un contrato normal, más segura. Entre llevar a término la idea compartiendo o no llevarla a cabo, optó por lo segundo. Una (otra) cosa que no se ha hecho por no compartir.

Triste pero no por ello cejaremos en la lucha por una cultura diferente, por una cultura mejor. Por construir redes de confianza y por compartir para crecer, para mejorar, para que desaparezca la explotación.

Nunca es tiempo para ser ultraindividualista.

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