viernes, 20 de junio de 2008

COOPERATIVAS Y MONOPOLIOS

Como siempre, primero la noticia que nos sirve de excusa para hacer una pequeña reflexión:

"Las cooperativas de segundo grado leridanas Agrolés, Transalfals y Actel, a un paso de fusionarse. El viernes 27 de junio está previsto que los representantes de los socios de 190 cooperativas agrarias de Lleida certifiquen la fusión de las cooperativas Agrolés y Actel. Los Consejos Rectores de estos dos grupos cooperativos, junto con el de Transalfals (los tres más importantes de Lleida) dieron la semana pasada el visto bueno a la operación y acordaron convocar las asambleas de socios de las cooperativas. Cuando finalice la integración, la facturación de la cooperativa resultante se acercará a los 250 millones de euros. La fusión de las tres cooperativas, que compartirán una misma estructura, permitirá que ganen dimensión, además de diversificar la producción, centrada en fruta, cereales, suministros, aceite de oliva y frutos secos."

Uno de los principios fundamentales de la ACI, el sexto concretamente, hace referencia a la intercooperación entre cooperativas.

Y no hace falta mucha imaginación para, en su aplicacion, pensar que en algunos sectores económicos, en algunas zonas geográficas o en algunos eslabones de las cadenas de valor de algunos agentes económicos se pueda producir una situación de monopolio.

Efectivamente, la economía cooperativa no está todavía a ese nivel, aunque hay casos como el de la noticia u otros en los que las acusaciones de monopolio se han realizado. Lo que planteo es un dilema teórico que arrumba con uno de los pilares de la teoría económica estándar: la competencia perfecta.

Imaginemos, por aprovechar la noticia, que el sector agrícola de una región está compuesto por cooperativistas que se reúnen en una cooperativa de segundo grado que agrupa toda la producción agrícola de la región. O imaginemos, estirando más la fantasía, que el navegador de internet Explorer y el navegador Firefox fueran productos de sendas cooperativas que en aras del principio que comentamos se unieran en una cooperativa de segundo grado y monopolizaran el subsector de los navegadores de internet.

¿Se deben tratar esos monopolios con el mismo instrumental analítico que en la economía capitalista? ¿Rigen los mismos principios o supuestos implícitos que en el análisis estándar?

Por supuesto un post no es lugar para disquisiciones prolijas con aparato matemático, pero podemos hablar en términos generales. El análisis estándar nos dice que en esa situación monopolística el precio final es superior al de competencia perfecta y que en consecuencia, la cantidad producida se reduce. Amén de otros problemas como la creación de barreras de entrada artificiales y prolongaciones de ineficiencia hacia atrás en la cadena, hacia los proveedores.

Por tanto el monopolio nos lleva en la economía capitalista a una situación de ineficiencia, por una parte, y a una reducción del excedente del consumidor, por otra.



Ante estos problemas, las leyes antimonopolio se utilizan en consecuencia (cuando se utilizan). ¿Qué puede ocurrir cuando el monopolista es una cooperativa? En primer lugar, el análisis estándar pivota sobre un supuesto, entre otros: la obtención del máximo beneficio por parte del productor. Pero una cooperativa no se junta con ese objetivo.

Recordando la definición de cooperativa se dice que una cooperativa se crea para satisfacer las necesidades y objetivos de los socios. Ya hay un cambio cualitativo en el sentido de que la empresa de capital se forma para hacer crecer el capital mientras que en una cooperativa aparecen otros los objetivos. Entre las necesidades a satisfacer puede ser la obtención de un bien o un servicio y en este caso la medida del crecimiento de capital obtenido no es la única medida a tener en cuenta por la empresa.

Pero la definición de cooperativa también habla de "los objetivos" de los socios. Quizás uno de ellos es enriquecerse todo lo que se pueda...

Pero una cooperativa tiene más principios que el sexto. Debe atender también al séptimo, es decir, la cooperativa también se preocupa por el interés de la comunidad. Y éste no se mide por el incremento de capital en manos de los socios de la cooperativa monopolística.

Se mide por la cantidad de necesidades que cubre la estructura productiva social y si la cooperativa monopolística obtiene excedentes monopolísticos, lo que hace es reducir el excedente global de los consumidores y producir una cantidad inferior a la necesaria socialmente. Ambos resultados son absolutamente contrarios al 7º principio de compromiso con la comunidad.

Por tanto la situación posible de monopolio nos lleva a una decisión de precios. Que debe tomarse atendiendo a ambos principios, por lo menos. Porque también hay que recordar que los valores cooperativistas no son los mismos que los capitalistas. Entre estos últimos el egoísmo es uno de los valores básicos, mientras que en el cooperativismo tenemos, frente a él, la ayuda mutua, la solidaridad, la equidad y la resposabilidad social.

Con todo ello quiero decir que se pasa de una regulación de mercado (que es lo que resulta de la teoría estándar capitalista) a una autorregulación de precios, que nos llevaría a un precio eficiente competitivo tras el análisis de la estructura de costes y de la demanda social.

En consecuencia, no sería necesario asegurar la competencia (capitalista) y prohibir los monopolios cooperativos, sino que la sociedad debería asegurar que no se violan los principios cooperativos ni se explota el excedente del consumidor. Y este monopolio tendría otra ventaja (las desventajas os las dejo a los lectores para que me las recordéis) decisiva: toda la renta generada por el sector regresaría a todos los productores del sector sin excepción, con lo que la distribución de rentas sería más equitativa, desaparecería la plusvalía y la oferta a precios justos (competitivos en teoría estándar) levantaría una potente barrera de entrada a ofertas basadas en el sistema capitalista.

Me ha salido larguito el escrito pero bueno, si has llegado hasta aquí te pido perdón, lector, por algunas afirmaciones quizás demasiado rotundas, las cuales son inevitables en aras de resumir mi pensamiento, ya que si comenzara a matizarlas no terminaría con 50 folios.

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